Thursday, September 9, 2010

PERFILES: FRANCISCO ÁLVAREZ-CASOS O EL TORBELLINO DE LA NATURALEZA

UN SECTOR DEL PP ASTURIANO SE NIEGA A QUE EL HOMBRE QUE SACO EL PARTIDO DE LA NADA ENCABECE LAS LISTAS A LA PRESIDENCIA DEL PRINCIPADO
Conozco a Francisco Álvarez-Cascos (Madrid, 1947), ingeniero de caminos como muchos de sus parientes asturianos, Vicepresidente Primero del Gobierno y ministro de la Presidencia y de Fomento entre 1996 y 2004 desde poco después del congreso de refundación del PP a comienzos de los noventa.
Por aquella época, acababa de saltar a los medios de comunicación el «caso Juan Guerra», el director de El Mundo Pedro J. Ramírez se dedicaba a publicar informaciones cada cual más infundada y los verdaderos papeles del asunto los teníamos Ramón Tijeras y el autor en la revista Tiempo, donde trabajábamos entonces.
Recuerdo perfectamente que con motivo de una interpelación al Gobierno en el Congreso de los Diputados sobre el asunto, el director de la revista, José Oneto, nos pidió que fuéramos a ver al presidente del PP, José María Aznar, le mostráramos los documentos secretos de que disponíamos y le dejáramos sacar alguna fotocopia de los mismos.
Tengo presente también el encuentro en la planta séptima de Génova 13, con un Aznar mudo, taciturno, al que se le salían los ojos de las órbitas cada vez que exponíamos un nuevo caso de presunta corrupción, y un secretario general del PP amable, atento e inquieto por conocer hasta el más mínimo detalle del asunto, lo que le permitió sacarle todo el jugo a algunos de nuestros informes y a otros suyos y salir por la puerta grande de la Cámara Baja al día siguiente.
Desde entonces hasta la fecha han pasado casi 20 años y he coincidido con Paco Cascos tal vez otras 40 veces y siempre me ha parecido un político honesto donde los haya, defensor de su tierra asturiana, y probablemente el único español capaz en aquellos momentos de meter en cintura a la Alianza Popular heredada de Manuel Fraga y convertirlo en el mayor partido de derechas de España de todos los tiempos.
Considerado por muchos una especie de torbellino de la naturaleza, con una capacidad de trabajo y de esfuerzo fuera de lo común para dirigir y coordinar equipos su gran mérito fue, según él mismo cuenta, «acabar con el fulanismo político, que era, junto al de las capillitas, los clanes, el principal problema del partido y de toda la Historia de la derecha española».
Probablemente había muy pocos problemas que no fuera capaz de solucionar o que se le resistieran. Lo hacía, además, con prontitud y eficacia. En una ocasión, mientras ocupaba la vicepresidencia del Gobierno le pedí un documento. Y no había colgado el teléfono cuando sonó el timbre de mi casa. Un motorista de La Moncloa estaba en la puerta, a 18 kilómetros de distancia, con el informe dentro de un sobre.
De su etapa en el ministerio de Fomento, cuando comenzó a distanciarse de Aznar y a dejar paso a la gente joven, me consta luchó a brazo partido por acabar con el «cártel de las grandes empresas constructoras», que se habían repartido de antemano la tarta de las obras públicas, convirtiendo las obras de infraestructura en un gueto cerrado de unos pocos y tratando al ministro y a su equipo en una especie de convidados de piedra y los concursos públicos en papel mojado.
LA MAFIA DE LAS GRANDES CONSTRUCTORAS LLEGARON A AMENAZARLE EN FOMENTO POR IMPLANTAR LA TRANSPARENCIA EN LOS CONCURSOS PUBLICOS. POR ESO LE HA SENTADO TAN MAL QUE EL GRUPO PRISA LE ACUSE DE CORRUPTO.
Paco Cascos puso orden en aquel caos heredado y en lugar de conceder las obras a las grandes constructoras para que estas las trocearan y las subadjudicaran a las medianas, luchó a brazo partido hacer más transparentes los concursos, ampliar el abanico de empresas concursantes y abaratar así los costes. Me consta, porque lo he visto en algún papel del CCI, que ello le costó alguna advertencia e incluso varias amenazas y por eso es tan cruel que el grupo Prisa haya tratado de implicarle sin éxito en los oscuros manejos del «caso Gurtel».
Así y todo fue el político de la modernización de las infraestructuras del AVE, aéreas y por carretera de España, el dirigente que tuvo la visión de futuro al atisbar que pese a la recién inaugurada red de autovías, Madrid necesitaba más cinturones de circunvalación y una segunda red de autopistas de peaje. Lo logró en apenas unos años, con un presupuesto siempre escaso, llegando a acuerdos con los constructores para aplazar los pagos, a fórmulas de cofinanciación público-privadas, o exigiendo, por ejemplo, a algunos de estos que a cambio de la adjudicación de una obra ampliaran la M-40 en dos carriles para acabar con los embotellamientos. De él puede decirse que hizo tantos kilómetros de vía pública como Miguel Primo de Rivera, el gran renovador de nuestra red viaria.
Su única gran metedura de pata que conozco, un pecado de su juventud política, fue dejarse llevar por José María Aznar y por el periodista Pedro J. Ramírez y acudir a la sede de El Mundo a entrevistarse en secreto con Jorge Manrique, el abogado de José Amedo y Michel Domínguez en la que, obedeciendo órdenes, dio alguna esperanza a los dos convictos para utilizar la lucha contraterrorista en su versión mas heterodoxa ─ los GAL ─ para acabar con el reinado de Felipe González.
La utilización de los mecanismos clandestinos para acabar con ETA como arma política, al margen de si fue legítima o no la actuación del PSOE ─legal obviamente no lo fue─, constituía un arma de doble filo y rompía viejos consensos no escritos. De ahí que tras los atentados islamistas del 11 de marzo, los socialistas le devolvieran la pelota al PP y dejaran a Mariano Rajoy y a Viri a las puertas de La Moncloa.
Dicho todo esto he de añadir que contar con Cascos de nuevo en vanguardia de la política es como tener a un Picasso o un Antonio López en casa. El asturiano nacido en Madrid es un valor seguro ─tal vez el único─ para arrebatarle la Comunidad de Asturias al PSOE, poner a la gente a trabajar, acabar en nueve meses con el paro, desarrollar las infraestructuras, su agricultura y sus industrias y hacer de aquella una de las comunidades más prosperas de España.
Por eso es tan lamentable que un sector del PP del Principado el cual, tras anunciar en septiembre de 2009 su deseo de volver a la política activa a sus 63 años, se haya opuesto tajantemente a su nominación como candidato al puesto de primer regidor autonómico. Especialmente desde el 28 de agosto, fecha en que Mariano Rajoy anunciara es «competente, capaz y un clásico del PP» que «siempre ha estado a las duras y a las maduras (…) Habrá que ver su disposición. Hablaremos y seguro que tomaremos una buena decisión».
APOSTAR POR ALVAREZ-CASCOS EN POLÍTICA ES COMO HACERLO POR PICASSO O ANTONIO LÓPEZ EN PINTURA: SIEMPRE ES UN VALOR SEGURO
La reciente decisión del Comité Electoral del PP asturiano de reunirse por su cuenta, pese a la orden contraria de la dirección nacional, para elegir una terna de la que debería salir el candidato alternativo como cabeza de lista a las próximas elecciones, no augura nada bueno.
Especialmente, porque en ese triunvirato se encuentran la presidenta del partido en Gijón y manifiesta enemiga de Cascos, Pilar Fernández Pardo; el presidente del PP de Avilés, Joaquín Aréstegui; y la concejala del Ayuntamiento de Oviedo, Isabel Pérez Espinosa, con el ex alcalde de la ciudad, Gabino de Lorenzo, y el presidente regional del PP, Ovidio Sánchez, echando leña al fuego.
La papeleta que se le presenta a Mariano Rajoy, al tener que desoír a un sector de los barones del Principado, es por tanto difícil pero es de desear que al final triunfe el sentido común y se imponga la cordura.
Entre otras cosas, porque muchos asturianos no saben lo que se pierden. Además de sus grandes cualidades como político, Francisco Álvarez-Cascos, une el ancestral amor por su tierra de varias generaciones de parientes suyos, todos ellos ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Basta hacer un recorrido por la comunidad para darse cuenta que apenas hay un túnel, puente o tramo de carretera cuyo proyecto no haya sido firmado por un Álvarez-Cascos.
Lo malo de tenerle en Asturias es el riesgo de que, si se lo permiten, deje a los ríos de la comunidad sin salmones y que muchos de los miembros de su equipo acaben en una cura de adelgazamiento forzada u odiándole por el frenético ritmo de trabajo que imprime a todas sus empresas. ¡Suerte Paco!

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