Más datos sobre lo dicho en la nota anterior. El instituto MacKinsey, (The McKinsey Global Institute como se le conoce en inglés), uno de los grupos de analistas privados más solventes del mundo, cifra la deuda española en su conjunto en el 366 por ciento del Producto Interior Bruto. El 56 por ciento de ese endeudamiento corresponde al Gobierno, el 141 por ciento a préstamos para actividades no financieras; el 87 por ciento a la deuda de las cajas de ahorros y bancos españoles con las entidades financieras europeas para financiar la construcción de viviendas y el 82 por ciento restante a otros créditos ajenos a la construcción concedidos también a las instituciones financieras.
De otra parte conviene recalcar que, según el Banco de España, el stock de pisos nuevos a la venta se aproxima a 1,6 millones y que el sistema financiero español (bancos y cajas) cuenta con unos fondos propios de 220.000 millones de euros. Y con ese dinero tiene que hacer frente a la deuda que acumula el sector del ladrillo unos 470.000 millones de euros.
La mayoría de este crédito podría resultar impagado si el Gobierno promueve una masiva subida de impuestos (2 puntos de IVA, ocho puntos de IRPF, etc), con lo que la banca europea podría enfrentarse a unas pérdidas próximas a los 250.000 millones de euros, según diversas estimaciones de organismos oficiales.
Como he contado anteriormente, la única entidad financiera que ha comenzado a captar fondos para "provisionar" posibles créditos fallidos y hacer frente a un posible colapso del sistema es el Grupo Santander, que ha drenado del mercado a partir del mes de marzo 33.000 millones de Euros, ofreciendo aun 4 por ciento de interes a sus nuevos impositores. El resto de la banca no ha movido un dedo a la espera, sin duda, de que acuda al rescate el Banco Central Europeo, como ocurrió recientemente con Grecia.
Paralelamente el Instituto Carnegie de Washington en un informe titulado Can Spain Overcome The Aegean Flu? (¿Puede España superar la gripe del Egeo?) ofrece una visión pesimista de la situación de la nación haciendo hincapié, entre otros datos, en el crecimiento de los costes laborales unitarios entre 2001 y 2007 del 30 por ciento, mientras los salarios subieron en Alemania al nivel de la productividad y, en el mismo periodo, descendieron un 27 por ciento en Estados Unidos y en Japón.
El texto, escrito por sus analistas Uri Dadush y Vera Eidelman, coincide igualmente en achacar la actual situación de deterioro económico a la política del ladrillo (España construyó en 2006 más casas que Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia juntas) y a la nefasta política del Gobierno.
Conviene recordar igualmente que el país más afectado por la posible quiebra del Reino de España serían los bancos alemanes. Según publicó la revista Der Spiegel citando al ministerio de Finanzas de Berlín, cuando estalló el asunto de las subprime en Estados Unidos, el sector bancario germano tenía comprometi-do un millón de euros en préstamos de no muy clara solvencia.
En poco tiempo, con la ayuda del Bundesbank pudieron hacer frente a una parte importante de los 300.000 millones de euros (397.700 millones de dólares de la época) invertidos en activos tóxicos estadounidenses, según la revista que se edita en Hamburgo.
Posteriormente, el Gobierno lanzó un fondo de rescate de 480.000 millones de euros para capitalizar al sector financiero y dar confianza a sus instituciones. La crisis griega afectó de nuevo al sistema financiero alemán, que había prestado 45.003 millones al país heleno, según el Banco Internacional de Pagos. De todas maneras, los bancos franceses, con 75.172 millones de euros invertidos en productos financieros, incluida deuda, fueron los más perjudicados seguidos de los británicos y holandeses con 15.089 millones y 11.892 millones de euros en juego, respectivamente.
Aunque Alemania es sin duda una de las economías más fuertes del mundo, y la más consolidada y segura de Europa al ser la única competitiva dentro y fuera de la UE, con un crecimiento sostenido desde 1950, la quiebra de cualquier otro país de la Eurozona (Italia, Irlanda o España), colocaría de nuevo a sus entidades de crédito privadas en una difícil situación. De ahí el artículo del Financial Times Deustchland de la semana pasada "amenazando" con una intervención si las autoridades no espabilan.
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