Saturday, October 16, 2010

ZAPATERO VENDE ESPAÑA A LOS NACIONALISTAS VASCOS, INCLUIDOS LOS NOMBRES DE LAS PROVINCIAS, PARA GANAR 18 MESES DE PODER PARA ÉL Y DE AGONIA PARA LA NA

Cuando escribió su celebre frase «The two enemies of the people are criminals and government, so let us tie the second down with the chains of the Constitution so the second will not become the legalized version of the first», con motivo de la proclamación de la Constitución de los Estados Unidos de América, en 1787, Thomas Jefferson, tercer presidente (1801-1809) de la nación más poderosa del mundo, no sabía de que manera se había equivocado en el caso de España.

Sin olvidarnos de sus antecesores, Adolfo Suárez, que regaló el País Vasco y Cataluña a PNV y a Convergencia i Unió, pensando que Xavier Arzalluz era un cándido esuita vestido de laico y que Jordi Pujol estaba hecho de la misma madera que Josep Tarradellas; sin pasar por alto las concesiones hechas a los nacionalistas por Felipe González y, en menor medida, por José María Aznar, a nadie en su sano juicio le cabe duda alguna hoy que José Luis Rodríguez Zapatero, es el verdadero enemigo del pueblo, y de la democracia, que no duda en usar en su exclusivo beneficio, al igual que los dictartorzuelos bananeros Hugo Chávez en Venezuela o Fidel Castro en Cuba.

Las «cadenas de la Constitución» con las que Jefferson pretendía atar corto a los gobiernos, para que no se comportaran como vulgares criminales, para no tener que meternos entre rejas, se han revelado ineficaces en el caso del político de León. Desde que llegó a La Moncloa en 2004, una y otra vez se ha pasado por la entrepierna la Carta Magna, con el único objetivo de permanecer el mayor tiempo posible en el poder.

Lo hizo otorgando un estatuto de autonomía a los catalanes que vulnera en más de cien artículos el texto aprobado por mayoría de todos los españoles en 1978 y lo sigue haciendo al negociar con la banda terrorista ETA a espaldas de los españoles ─ un grupo de criminales de la peor especie ─ la integridad y unidad de la nación española, como si España fuera su cortijo particular y pudiera venderlo o regalarlo a su antojo.

Experto en el empleo de las malas artes de la política, ha vuelto a poner en práctica su habilidad de tahúr en el día de ayer, al llegar a un pacto con el PNV para transferir al País Vasco 20 competencias a las que sus antecesores se habían negado reiteradamente con el fin de que los Presupuestos Generales del Estado de 2011 se aprueben y se mantenga la agonía de la nación durante otros 18 meses, hasta las elecciones de marzo de 2012.

El hecho de que los vascos disfruten de un régimen fiscal privativo (el Concierto Económico), que supone un agravio comparativo con el resto de los españoles, parece haberle importado muy poco. Dispuesto a ensanchar aún más las diferencias entre los ciudadanos del mismo país, acaba de transferirles las políticas de empleo (472 millones), la inspección de trabajo, el control marítimo de las aguas de jurisdicción española en el País Vasco (lo que les permitirá al Gobierno Vasco disponer de su Marina de Guerra con alcance al menos de 12 millas, como ocurrió en los nueve primeros meses de la Guerra Civil) y otros asuntos relacionados con el empleo.

ALGUNAS DE LAS CONCESIONES, COMO EL CONTROL DE LAS AGUAS TERRITORIALES, PERMITIRAN AL PNV CONTAR CON SU MARINA DE GUERRA DE BOLSILLO, COMO OCURRIÓ EN LA GUERRA CIVIL

Llama la atención igualmente, que mientras otras regiones españolas han visto paralizadas sus obras de alta velocidad por los problemas financieros derivados de la crisis, el Gobierno Zapatero se haya comprometido a acabar con fondos del Estado, antes de 2016, la alta velocidad vasca como si el Concierto Económico no fuera suficiente y a cambiar la toponimía de las provincias vascas utilizando las euskéricas para denominar a partir de ahora a las provincias de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava.

Esta vergonzosa bajada de pantalones ante un partido derrotado en las últimas elecciones autonómicas y ajeno al poder revela quién de verdad manda en Euskadi y supone, además, una puñalada trapera al Partido Socialista de Euskadi, convertido en convidado de piedra en las negociaciones.

ADEMÁS DE PERMITIR A LOS POLITICOS VASCOS ASISTIR A LAS REUNIONES DEL ECOFÍN EL GOBIERNO SE HA COMPROMETIDO EN SECRETO A DARLES PARTICIPACIÓN EN UNA SEGUNDA FASE EN OTRAS INSTITUCIONES COMO EL TRIBUNAL EUROPEO DE LA COMPETENCIA O EL BANCO EUROPEO DE INVERSIONES

Al margen del rédito electoral que puede restarle a Patxi López en los comicios que se avecinan, lo verdaderamente preocupante son los pactos secretos que socialistas y nacionalistas vascos han firmado en materia de política territorial (incorporación de Navarra a Euskadi), coparticipación de los consejeros vascos en el Ecofín con el fin de poder defender su régimen fiscal especial, contrario a las directivas europeas (logrado en este acuerdo). Y, por si eso fuera poco, en otros organismos de la UE (Banco Central Europeo, Banco Europeo de Inversiones, Tribunal de la Competencia Europeo, Comité Económico y Social Europeo) para poder defenderse las de las numerosas denuncias por competencia desleal presentadas por Navarra, Cantabria y La Rioja. A todo ello hay que unir el compromiso de ceder en el plazo de dos años de la política penitenciaria (las cárceles) al Gobierno Vasco, asunto al que no se ha podido llegar actualmente (en contra de lo que ocurre en Cataluña) hasta que ETA deje de matar pues, como le dijo en privado Rodríguez Zapatero al dirigente del PNV Iñigo Urkullu, por ahora «los españoles no entenderían que pusiéramos a las gallinas [en referencia a los nacionalistas] a guardar a los zorros (ETA)».

De dónde cabe deducir, como dijo Jefferson que «los enemigos del pueblo son, en este caso, además de los criminales, los nacionalistas y el propio Gobierno». Las cadenas de la Constitución, que en el caso americano sirvió para poner freno a los desmanes de los políticos y limitar y reconducir sus ansias de poder a un marco pactado y consensuado por todos, en el caso español han resultado poco eficaces ante un político sin escrúpulos, dispuesto a vender a su país a los enemigos de éste con tal de satisfacer su vanidad y su estúpido orgullo de gobernante mediocre e inane. Porque, en contra de lo que dijo el estadista nortemericano, Rodríguez Zapatero es la «versión legalizada y amparada por su cargo de la delincuencia común».

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